viernes, 20 de julio de 2012

Día 17, Viajando de Palenque a Puebla

Decidimos que estaría bien tomarnos el camino de vuelta al DF con tranquilidad, dadas las distancias. Ayer creíamos que íbamos a hacer escala en Veracruz, pero hoy nos acabamos decidiendo por Puebla.

Tras levantarnos en la cabaña, desayunamos en el Panchán. Ahí tenemos la oportunidad de conocer al señor Moisés, el gerente, licenciado o dueño del Panchán in person. Le llaman El Chato y funciona a más de 45 revoluciones. por minuto. Encantado de echarnos una mano nos sugiere que paremos en Puebla y tal y como nos lo pinta nos parece muy bien. Nos dibuja un mapa del recorrido quenos espera y nos dice que es perfectamente posible llegar en un día. Incluso hasta el DF si queremos. Él lo hace en (fantasmea un poco) 9 horas.

Bueno, pues de nuevo en la carretera. Este camino es bastante menos pintoresco que los anteriores, pero para tranquilidad de nuestros padres y amigos que nos quieren, diré que resulta muy tranquilo y sin sobresaltos. Ni topes, ni bloqueos indígenas, ni carreteras destruidas por huracanes... Apenas unos camiones que se creen Speedy Gonzalez y que si fuera yo la conductora no me atrevería a revasar (adelantar) de aquí a Cancún.

Eso sí, nuestro amigo El Chato nos dijo que podíamos y pudimos, sólo que en unas 8 horas de carretera más las consiguientes paradas y 651 pesos en cuotas (autopistas), unos € 40 por cruzarnos el pais. No está mal.

Tras la pertinente ducha que nos devuelve a nuestro ser tras pasar del clima tropical de Palenque a la tarde fresca en Puebla, nos vamos a dar un paseo.

El "Yo soy 132" también está por aquí.
Cenamos sopa Azteca y tomamos algo.


Antes de irnos a descansar paseamos por puebla, el ambiente del Zócalo está bastante animado y aunque aquí la gente como dice Marijos "está más centrada", llama la atención, todavía más si cabe, la diferencia entre sus clases sociales. Especialmente para mí el concepto de "buscarse la vida" toma otra dimensión y con éste el respeto hacia la gente que vive en la calle y de la calle. Creo que por ello, nos animamos a participar de esto y cedemos una simbólica cantidad de nuestros pesos a un joven que estaba vendiendo paletas para subvencionarse la carrera de diseño gráfico antes de por fín irnos a descansar.

 

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